¿Qué es la autoestima?
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La autoestima
es el amor y aprecio que tenemos por nosotros mismos. Cada nueva experiencia,
cada éxito o fracaso y todas las cosas que hacemos van formando y cambiando la
imagen que tenemos sobre nosotros mismos.
Si el niño forma una baja
autoestima,
le perjudicará en la formación de su
personalidad. Las inseguridades propias de la edad o los temores a fracasar
ante lo desconocido, hacen que la autoestima pueda sufrir especialmente durante
esta edad.
Un niño con una alta confianza en
sí mismo (alta autoestima)
tendrá mayores posibilidades de superar las
dificultades que se le presentan. Y otro aspecto importante: debes saber
diferenciar entre autoestima y soberbia. Hay una gran diferencia entre fomentar
la autoestima y la soberbia. Tú fomentarás la soberbia en tu hijo si le
inculcas la idea de que debe de ser perfecto.
Como padres……
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debemos contribuir a que el niño tenga un buen
desarrollo de la autoestima y mucha confianza en sí mismo y en sus
posibilidades.
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NO fomentaremos la soberbia.
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lograremos que el niño se convierta en una
persona más feliz si su autoestima es la adecuada para desenvolverse en la
vida.
Algunos consejos o puntos a
trabajar:
Los niños
necesitan sentir que pueden cumplir con los objetivos que se proponen. Para
ello, debes dar a los niños muchas posibilidades de que puedan tener éxito. Si
tu hijo es especialmente bueno en algo, ofrécele tantas oportunidades como sea
posible para que él o ella puedan sobresalir. Cuantas más oportunidades tenga
tu hijo de mostrar sus habilidades, más posibilidades tendrá de triunfar.
Si a tu hijo
le gustan las matemáticas, intégralo o anímale a que se apunte a algún grupo de
la escuela de matemáticas. Seguramente disfrutará de hacer lo que le gusta y al
mismo tiempo podrá incrementar la confianza que tiene en sí mismo y aprenderá
nuevos conocimientos. Si no le gustan los deportes, no le obligues a practicar
alguno de ellos o a entrenar alguna disciplina ya que podría sentirse frustrado
y su autoestima bajaría considerablemente si no puede lograr los objetivos o
cumplir con tus expectativas. Tu tarea como padre debe ser estimularle a
aprender pero sobre todo sin olvidar sus gustos y las habilidades propias del
niño. Cuando conozcas realmente qué es lo que tu hijo realmente desea hacer,
ese camino será más fácil y podrás guiarle cómodamente para que realice las
actividades que prefiere.
2. Limita las experiencias difíciles de tus hijos .
Un padre no puede tener el control de todo lo que ocurre alrededor de su hijo. Sin embargo, puedes aconsejar y guiar a tu pequeño en aquellas situaciones que sería mejor evitar. Si tu hijo está expuesto a experiencias difíciles o que no son acordes a su edad, o que se le dan especialmente mal, se sentirá frustrado ya que no podrá alcanzar sus objetivos.Tu deber como padre será tratar que tu hijo se encuentre con experiencias que puedan adaptarse a su talento y a sus habilidades. Para que le puedas guiar correctamente, es muy importante que conozcas en profundidad los gustos y los deseos de tu hijo.
No olvides que los niños no pueden ser buenos en todo lo que hacen y si ejerces presión para que sea el mejor en todo, estarás poniendo las bases para que tu niño o niña sea una persona insegura. Tú conoces a tu hijo mejor que nadie en el mundo y puedes reconocer con facilidad cuales son sus habilidades y, dentro de lo posible, disminuir aquellas tareas o aquellas actividades con las que la niña o el niño tenga que convivir y para las que no se sienten hábiles.
3. Educa a tu hijo/a para que sea sociable.
Un niño será más feliz y seguro de sí mismo si puede
compartir sus habilidades y cualidades con otros niños de su misma edad.
Compartir experiencias no solo hace que tu hijo pueda expresar sus sentimientos
y emociones, sino también que pueda aprender de las virtudes y errores del
grupo. Intenta que tu hijo se integre con el resto de sus compañeros, pero no
lo fuerces a permanecer en un grupo en el que se siente incómodo. Es decir,
trata de que se reúna con niños de su edad, pero si tu hijo no demuestra
interés, no lo fuerces. Seguramente habrá algún motivo por el cual no le gusta
estar con ellos. Intenta averiguar esos motivos y ayudarle a que sea un niño
más sociable.
Si tu hijo
tiende a aislarse o le cuesta
integrarse, procura llevarlo a lugares en los que pueda socializar: un parque
en el que haya muchos niños, un parque de atracciones, u organizar una fiesta
infantil en tu casa puede ser el punto de partida para que el niño empiece a
relacionarse y a estrechar lazos con otros niños. Un niño sociable tendrá en el
futuro mayores herramientas para comunicarse y podrá triunfar en todos los
ámbitos de su vida.
4. Trasmite a los niños el valor de
compartir.
La educación de un niño debe poner
énfasis en aquellos valores que le ayudarán a crecer espiritualmente y además
le proveerán de las herramientas para que pueda conectarse con su grupo más
cercano. En este punto, es muy importante trasmitirle al niño el valor de
compartir. Si un niño comparte tanto sus objetos personales como sus ideas, es
probable que el resto del grupo lo catalogue como una persona generosa y
comprensiva y no querrán dejarlo de lado.
La mejor manera de trasmitir un valor tan fundamental
como la generosidad y la solidaridad es a partir del ejemplo. Si tu niño
observa que eres una persona que comparte sus bienes o sus pensamientos con el
entorno, seguramente actuará de la misma manera. Sin embargo, ten en cuenta que
lo que se debe trasmitir es el valor de compartir, que no es lo mismo que dar lo que a uno le
sobra. Compartir significa un acto generoso y solidario para con el otro, en el
que uno debe desprenderse de algo, que muchas veces cuesta, para dárselo de
manera desinteresada a otro compañero. Una buena idea para que el niño
explore el valor de esa palabra es enseñarle que debe prestar sus juguetes, sus
libros, compartir con otros niños su merienda o sus chuches.
5. Enseña a tus hijos a valorar a las demás personas.
Los niños
tienen en general grupos de compañeros que pueden aceptarlos o tratarlos de
manera indiferente. Habla con la profesora para conocer la manera como
actúa tu niño frente al grupo. Háblale a tu hijo de los beneficios de ser
una persona sociable. Dile, por ejemplo, que tener un grupo de amigos le hará
sentirse mejor anímicamente ya que tendrá personas de su misma edad con quienes
compartir juegos, reuniones, fiestas y tareas. Si consigues que tu hijo sea
sociable harás que mejore su autoestima y que tenga una actitud más positiva en
sus relaciones interpersonales.
Valorar a
otras personas es el punto de partida para fomentar las relaciones de grupo. No
te olvides que tu hijo copiará de ti esa actitud, así que trata de ser amable
con tu entorno más cercano. Enséñale a tu hijo las tres palabras clave de una
buena convivencia: Perdón, gracias, y por favor. Si logras incluir en su
vocabulario estas tres frases, será un niño con valores, y, por lo tanto,
valorado. No te olvides que una persona que respeta al prójimo será mejor
aceptada socialmente que otro niño al que no le interese guardar las formas.
6. Enseña a tu hijo a disfrutar de las pequeñas cosas.
El día a día que vivimos hace que apenas nos detengamos a
disfrutar y apreciar los detalles y las pequeñas cosas que nos pasan
cada día. Si eres una persona que está permanentemente ocupada, que dedicas tu
tiempo únicamente a trabajar y a realizar actividades que no te gustan, es
probable que tu hijo observe estas actitudes e imite tu ejemplo. El hecho de no
encontrar el tiempo y el lugar para poder disfrutar aunque sea de algunos
pequeños momentos cada día, es un ejemplo que trasladarás a tu hijo.
Una buena
forma para evitar que esto ocurra es conversar con tu hijo acerca del valor que
tienen esas pequeñas cosas y esos pequeños momentos que ocurren cada día y
disfrutarlos juntos. Un ejemplo de esto podría ser el momento del baño del
perrito del niño. Si el niño puede compartir el baño semanal de su perro
junto a ti, eso os dará un momento único e irrepetible a compartir en el que
podréis divertiros juntos, charlar acerca del mundo animal y sobre aquellas
situaciones cotidianas que tu hijo quiera hablar contigo y para las que no
encuentra el momento adecuado para hacerlo. Un paseo bajo la lluvia,
lavar juntos el automóvil o leer una apasionante historia sentados en el sillón del hogar puede ser para ti solo un momento,
pero para tu pequeño será realmente inolvidable. Las pequeñas cosas de la vida
están para disfrutarlas y compartirlas. Ese simple gesto aumentará la
autoestima de tu hijo y le hará sentir más feliz al ver, sentir y notar la
presencia de su madre o padre.
7. Muestra hábitos y costumbres positivas
Un padre es un referente importantísimo en la construcción
de la autoestima de su hijo. Una manera de reforzar esa imagen es hablar de
manera positiva sobre uno mismo ante sus hijos y demostrar una actitud
optimista ante la vida y ante las adversidades.
Pero no te
quedes solamente en las palabras. Debes saber que deberás inculcarle buenos
hábitos con el ejemplo. De nada servirá que le digas que debe ser una persona
cordial y educada si después tú te saltas la cola en el cine o entras en el
metro empujando al resto de los pasajeros. Tu hijo aprenderá mejor del ejemplo
de las acciones que ve cada día que de las palabras que le digas.
Un buen
ejemplo será una especie de espejo que tu hijo intentará copiar. Si tu hijo o
hija te ve constantemente actuando de manera equivocada, seguramente adoptará
estas costumbres que ve y será mucho más difícil llevarlo por otro camino. Ten
en cuenta que ahora eres su modelo a seguir.
8. Escucha con atención los planteamientos de tu hijo.
Los niños
suelen tener una manera inocente y sencilla de expresar aquello que sienten. Es
tu deber como madre o padre saber leer entre líneas qué es lo que tu hijo
quiere decirte. Para ello, nada mejor que prestar atención a cada conversación
que mantengas con tu hijo.
Cuando estés
hablando con él, mírale a los ojos y observa sus movimientos. Mirar fijo a los
ojos es una muestra de que aquello que dice tiene importancia. Además, es
probable que ciertas actitudes y gestos de tu hijo también quieran expresar
alguna molestia o desagrado. Tienes que saber que quizás hay actitudes tuyas
que tu hijo no comprende o que no ve con buenos ojos. Una buena comunicación
entre ambos ayudará a conocer realmente qué es lo que tu hijo piensa. Llegar a
comprenderle estrechará el vínculo afectivo entre ambos, y ese simple gesto le
dará la seguridad suficiente para encarar las situaciones cotidianas de su
vida.
9. Inculca a tus hijos la idea del esfuerzo.
Es importante
inculcar a los niños la idea del esfuerzo. Un niño necesita saber que para que
las cosas le salgan bien, o para mejorar, deberá esforzarse. La idea de
esfuerzo para lograr lo que quiere será una idea que le acompañará durante el
resto de su vida y puede ser el motor que le permita seguir adelante en los
momentos más difíciles.
Enséñele a su
hijo que "la práctica hace la perfección" o, al menos, que la
repetición conduce a la mejora. Muéstrele a su hijo por sus propios actos que
si intenta algo y la primera vez que no tienen éxito, un segundo o tercer
intento puede traer resultados positivos.
10. Ayuda a que tus hijos puedan ponerse metas realistas.
Los niños suelen sentir temor ante los desafíos ya que su
personalidad se está todavía formando y todavía no pueden medir con claridad o
tienen la experiencia suficiente para saber si van a poder resolver
satisfactoriamente los problemas del día a día. Tus hijos necesitan saber que
pueden y deben de enfrentarse a los desafíos y que cuando se arriesgan la
posibilidad de fracaso existe, pero si ocurre, es importante que no lo vean de
forma negativa. Diles a tus hijos que cualquiera de nosotros puede fracasar,
incluso tú. Seguro tendrás miles de ejemplos cotidianos que mostrarles. Ellos
necesitan escuchar que otras personas también fracasan en sus intentos, ya que
así asimilarán mejor sus equivocaciones y las
situaciones frustrantes. Sin embargo, como madre o padre, tú tienes el deber de
enseñarle a tu hijo que debe de ponerse objetivos realistas. Es decir, que las
metas que se ponen se puedan cumplir.
Si por ejemplo tu hija empieza hoy la clase de gimnasia,
explícale que le llevará un tiempo poder realizar todas las actividades. Hoy le
enseñarán a correr, mañana a realizar la voltereta y quizás con el paso de los
días podrá hacer una rondada. No te canses de repetirle que puede mejorar con
el esfuerzo, ya que eso le dará a la niña ganas de seguir intentándolo y le
hará una persona con mayores ambiciones de crecer y perfeccionarse, pero
tampoco permitas que se convierta en una obsesión.
11. Permite que tus hijos se equivoquen o cometan errores.
Un buen padre
debe dejar que su hijo cometa errores de vez en cuando y a ser posible de forma
controlada, pues es mucho más fácil que aprenda de los errores que de los
aciertos. Además, es especialmente importante que sepa y aprenda a interiorizar
las equivocaciones como oportunidades para mejorar. Deja que tus hijos cometan
sus propios errores. Los padres no debemos privar que nuestros hijos
cometan errores ya que de esta forma aprenderán. Y cuando cometan errores
o se equivoquen, es bueno que estemos ahí para ayudarles para que aprendan y lo
interioricen de la forma más positiva posible.
La posibilidad
de que el niño se equivoque no debería incluir la posibilidad de que tal
equivocación pueda resultar en un daño físico o en un peligro para la
integridad del niño. Por ejemplo, si el niño va a intentar hacer algo donde se
pueda dañar, debemos evitarlo. Pero al margen de esto, debemos permitirle
que se equivoque en sus decisiones. Por ejemplo, si un día elige ver una
película en el cine que sabemos que no le va a gustar, debemos permitirle que
la elija. Cuando se de cuenta de su error, no le digas “Ya te lo dije”. El
ya sabes que se lo dijiste.
Como padre,
deja que tu hijo cometa errores. Esto dejará lecciones muy valiosas para que
los niños puedan desarrollar la confianza en sí mismos. Así que si por ejemplo
tu hijo quiere salir a la calle un día de invierno con una camiseta, déjalo,
aunque vaya a pasar frío. Puedes esconder en un bolso un jersey para dárselo
cuando tenga frío. Pero vigila lo que le dices cuando el niño se arrepienta y
quiera cambiarse. En lugar de recriminárselo diciéndole: "TE LO
DIJE", puedes decir: “¿qué te parecería ponerte este jersey? ya que esta
haciendo un poco de frío...” De esta manera no se dañara la autoestima del niño
y entenderá que tiene derecho a equivocarse.
Las
equivocaciones ocurren y siempre ocurrirán. Evitar que tus hijos se
equivoquen, es ponerles en una situación no real, que tarde o temprano
estallará de alguna forma. Es mejor permitirles que se equivoquen (dentro
de unos límites) para que puedan aprender de sus errores y asimilarlo como algo
natural.
12. Si tu hijo se equivoca, no le critiques.
Un niño
aprenderá acerca de las situaciones cotidianas de la vida a partir de sus
aciertos, pero sobre todo de sus errores. Es muy común que los niños, cuando
encaran nuevas experiencias, tiendan a equivocarse con facilidad. Si esto
ocurre, no le des importancia. Piensa que cuando tu hijo se equivoca está
pasando por una etapa que es parte del aprendizaje. Además, si tiene alguna
equivocación, es un buen momento para que le indiques la manera de hacer las
cosas. No lo retes ni te enfades cuando el niño incurra en un error. Trata de
mostrarle el error con tacto y de la forma más delicada y amable posible,
porque el objetivo principal no es que tu hijo sufra todavía más por haberse
equivocado, sino que aprenda. Si le hablas con un tono dulce y amable le darás
al niño confianza en si mismo y será un consejo de gran utilidad para la
próxima vez. Pon especial atención en las acciones de tu hijo y háblale a los
ojos cuando cometa el error. Dile, por ejemplo “Sería mejor que la próxima vez
que quieras pintar un dibujo, pongas un mantel debajo de la mesa para evitar
manchar la mesa con las acuarelas”.
13. No eduques a niños que se sientan culpables.
Si un padre
pasa la mayor parte de su tiempo resaltando los errores de su hijo, seguramente
tendrá como resultado un niño inseguro y que se sentirá culpable. El
sentimiento de culpa es uno de los sentimientos más indeseados que un niño
puede tener, ya que afectará ineludiblemente a su amor propio y a su
autoestima. Para un padre, siempre es más fácil destacar los errores de un niño
que sus logros; así que haz un esfuerzo por reconocer las cosas que hace bien y
celebra sus aciertos. Por ejemplo: cuando tu pareja llegue del trabajo, podrías
decirle: “Mira, el niño ha recogido sus juguetes él solo”. Se trata de una frase
que tendrá mucho valor para tu hijo, pues
sentirá que es importante para ti. Si el niño necesita decirte algo,
deja de hacer lo que estás haciendo y escúchale con atención. Acepta sus
emociones sin juzgarlas, no censures sus palabras, valida sus sentimientos y
comparte lo que te dice con empatía. De esta forma, el niño no se sentirá
culpable, estarás aumentando la confianza que el niño tiene en sí mismo, lo
cual le ayudará a que se vaya sintiendo cada vez más cómodo y seguro para
expresarse con libertad y honestidad cuando sea un adulto. Si estás cansado y
no puedes prestarle la atención que merece, no olvides que tu hijo no tiene la
culpa, por lo que: “haz un esfuerzo”.
14. No compares a tu hijo con otros niños.
Si quieres que tu hijo sea una persona feliz, segura de sí
misma y con una alta
autoestima, no lo compares con sus hermanos, sus vecinos, sus primos o con
el resto de sus compañeros. Ten en cuenta que cada niño es único y especial.
Comparar a tu niño con otros puede traerle problemas de inseguridad ya que cada
niño tiene potencialidades diversas. Además, si acostumbras a que tu hijo
se compare con los demás, estarás sentando las bases para que tu hijo siga
comparándose con otros durante el resto de su vida, que es un camino que le
llevará a la baja
autoestima y a una vida infeliz.
Cuando por
ejemplo tu hijo está jugando un partido de fútbol y algún compañero de su
equipo mete un gol, mientras tu hijo no ha sido capaz de chutar el balón,
no le digas que tiene que ser como su compañero. Insiste en decirle y en
animarle a que tiene que practicar más para mejorar y que con algo de esfuerzo,
seguramente en poco tiempo podrá jugar tan bien como su compañero. Poner
énfasis en las aptitudes y no en los puntos débiles de cada niño podrá ayudarte
a orientarlos mejor y a enseñarles la manera de valerse por sí mismos. Antes de
nada, es importante que te convenzas de que tu hijo es una persona única y
especial, con sus virtudes y sus defectos. Una vez estés convencido de
este punto, trátalo como tal. Este podría ser el punto de partida para
que pueda aumentar la autoestima de tus niños.
15. Busca razones para elogiar a tus hijos.
Los niños suelen frustrarse con facilidad cuando no pueden
cumplir satisfactoriamente con los objetivos que se proponen. En estos casos,
nada será más reconfortante para una hija que cuando su padre le ofrece un
elogio sincero y amable cuando las cosas no le salen como quiere, especialmente
si ha puesto mucho esfuerzo en la tarea. Busca
permanentemente razones para elogiar a tu hija.
Los elogios sinceros animarán a tu hija a enfrentarse
nuevamente y con mayor energía a los desafíos. Por ejemplo, si tu hija pinta un
paisaje dile "me gusta la forma como has recreado la casa, es muy similar
a la nuestra". En este caso, a lo mejor la montaña
o el árbol no le han salido tan bien, pero de esta forma, estás poniendo el
énfasis en las cosas que mejor le han salido, cuando ella está triste por las
que peor le han salido.
Cuando hables con tu niña, acostúmbrate a hacerle preguntas
tales como "¿Qué te gusta más acerca de esta foto?" o "¿Cuál es
tu parte favorita de la película que vimos ayer?". De esta forma, si
conoces los gustos de tu hija, sabrás cuando y cómo debes elogiarle. No olvides
que el elogio es un estímulo para que tu hija pueda mejorar en su autoestima.
No la adules permanentemente pues corres el riesgo de que tu hija sea una
soberbia. Tampoco la elogies sin razón, ya que perderá la confianza en que tus
elogios son sinceros. Busca el punto medio para los elogios y será una
excelente forma para que tu hija tenga una alta
autoestima.
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