viernes, 10 de julio de 2015

LÍMITES Y NORMAS



Educar a un niño es como sostener en la mano un jabón.  Si aprietas mucho sale disparado, si lo sujetas con indecisión se te escurre entre los dedos, una presión suave pero firme lo mantiene sujeto”.
DEFINICIONES

*  Hábito: habilidad que se adquiere después de una larga y constante práctica de algo.
*  Norma: regla que se debe seguir o a la que se deben ajustar las conductas, tareas o actividades.
*  Límite: atenerse, ajustarse alguien a algo en sus acciones.

 Conviene tener claro algunos puntos esenciales:
Los límites son un material de enseñanza-aprendizaje en la relación padres-hijos. Por lo tanto, requieren tiempo, constancia, claridad y serenidad.
Son consecuencia lógicas, no caprichos de los padres, ni consecuencia de su enfado.
Conviene evitar el enfado en la medida de lo posible. Aunque a menudo los niños puedan hacer perder la paciencia es recomendable que esto ocurra solo de forma esporádica, que no sea la forma de actuar más habitual. El adulto se debe "entrenar" en separar firmeza y enfado en su comportamiento respecto al niño/a. Sería interesante incluso ser capaces de ser firmes al demarcar un límite con una sonrisa en los labios. Haga la prueba.
Como cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje hay que adecuar el material a las capacidades presentes del niño.
Empezamos por muy pocas normas a partir del primer añito. Reservar los "nos" para que sean eficaces cuando se usan, evitando sobretodo ambientes demasiados negativistas o represivos en casa. Es interesante que los padres sean capaces de escribirse pequeños listados de los límites que están aplicando, para tener las cosas mas claras.
 Las explicaciones deben ser muy sencillas y no son el elemento fundamental por    el que el límite se aprende
No se trata de convencer al niño de que haga o no determinada cosa. Se trata de enseñarle. Nuestros profesores de matemáticas nunca han intentado convencernos de que 2 más 2 es igual a 4 No se dudaba sobre ello.
El estado general del niño nos debe ir haciendo valorar si equilibramos bien los dos polos fundamentales de la relación niños-adultos: exigencia-concesión.

Las rabietas
A menudo en el tema de los limites interfiere al factor "rabietas", sana aunque incómodamente habitual en la primera infancia. En este sentido tendríamos en cuenta lo siguiente:

     Objetivo fundamental: Mantener la calma. Convertirse en espectador del comportamiento del        niño/a. Evitar el clima de conflicto permanente.
En momentos de “crisis”:
           *No preguntar.
           * No convencer con explicaciones.
           * No responder agresivamente a la posible agresividad del niño.
           * No conceder todo.
           * Desarrollar las capacidades de distracción en el adulto 
           * "Ahorrarse" el lenguaje verbal.

      En positivo: 
           *Asegurar que no interfieren factores relacionados con los cuidados fisiológicos      básicos:Sueño, hambre, enfermedad, cansancio,…  
     *Valorar si estamos dando una estimulación más compleja en nuestros juegos, respecto a los meses anteriores. Las capacidades intelectuales hacia los 2 años evolucionan exponencialmente.
*Anticipar las rutinas o comportamientos deseados con un”sendero pautado” de conductas. *Cuando alcanzamos nuestro objetivo repasamos con el niño el “recorrido” realizado.
* Establecer muy pequeños pactos. Que sean claros.
* Jugamos a representar las escenas más conflictivas y frecuentes cuando el estado anímico      del niño es relajado. Se pueden utilizar los muñecos.
 * Simbolizar los momentos difíciles mediante los cuentos que contamos al niño/a.
 * Guiar al niño/a con una actitud decidida aunque no autoritaria.
 * No excedernos en preguntas. Cambiar el estilo de comunicación con el niño/a.

En los momentos más difíciles, ante todo: calma y sentido del humor.

     El por qué y para qué de los límites en la educación infantil.

 Establecer límites a los hijos y alumnos es una manera de demostrarles nuestro amor y preocupación. Con ello les distinguimos e indicamos que les estamos cuidando así como deseamos su seguridad.
        Los límites son como: · Las barandillas de un puente que nos proporcionan un sentimiento de   seguridad y de control.
         Las "señales de tráfico" o reguladores del comportamiento y nos enseñan también a actuar   responsable-mente con los otros. 

Cuando no existen límites o estos son muy blandos o inconsistentes
  
   Existe el riesgo de que los niños desarrollen desajustes importantes en su comportamiento.
   Estudios realizados afirman:
Que los padres de niños agresivos muestran una falta de consistencia en la  disciplina con sus hijos.  Aunque los padres usen el castigo muy a menudo, este no es efectivo porque no está claramente asociado con la trasgresión o porque, cuando el niño contraataca, los padres finalmente le conceden sus demandas.
       Los niños ignoran o están en desacuerdo con las demandas de los padres y/o educadores.
       Los niños no se responsabilizan de su comportamiento
       No se promueve la competencia social
     El ambiente de aprendizaje y de socialización resulta impredecible y no es orientador y regulador

¿A qué clase de límites nos referimos?

Cualquier límite establecido debería ser por la seguridad, bienestar y desarrollo del niño. Son límites orientados a:
       Proteger al niño del daño físico: mantener a un niño alejado de cualquier peligro o situación de alto riesgo para su integridad física.
       Proteger a los niños y a otros del daño psicológico: ayudarles a que aprendan como respetar los derechos, sentimientos e ideas de otros.
     Promover su aprendizaje y desarrollo: ayudarles a entender que debe haber un tiempo para jugar y otro para comer, descansar, estudiar,...

Limitar los límites

     Para ser efectivo, hemos de poner límites a nuestras demandas excesivas de poner límites y centrarnos solo en aquellas normas que creamos son importantes.
      Centrarse en límites realmente importantes.- La siguiente guía de preguntas puede resultar de utilidad
¿Es esta norma realmente importante?.
¿Refleja esta norma un valor importante o refleja mas bien un prejuicio o arbitrariedad
Por ejemplo, ¿qué es más importante, el que insista en que mi hijo se coma todo lo del plato, vista determinadas ropas, o se asocie con una persona particular, o impedir que destruya el juguete de un amigo?
¿Cuál será su reacción ante un limite excesivo o arbitrario?, ¿estaré en condiciones de manejar los conflictos derivados si mi hijo no hace caso de ese tipo de límites?

Establecer límites razonables

      
     Considera si tu hijo es capaz de hacer aquello que se espera de él. No es razonable, por ejemplo:
Pedir a un niño que mantenga su cuarto limpio.
Esperar que un niño bullicioso de 10 años siempre recuerde sus modales a la hora de comer.
Prohibir a un niño mojar la cama durante la noche no es razonable a cualquier edad porque los niños no tienen control sobre sus esfínteres mientras duermen. Negar a un niño el derecho a experimentar emociones tales como la irritación o cólera y miedo porque estos sentimientos son a menudo naturales, respuestas saludables a situaciones difíciles.
 Un límite es razonable cuando tiene probabilidad de que los niños tengan   éxito en su cumplimiento.
            Poner limites no razonables puede tener efectos negativos 
            Los niños, si confían en sus padres, pueden concluir que hay algo malo en ellos y                      desarrollan    bajos niveles de autoestima. Si llegan a ser conscientes de lo injusto de los límites, pueden perder el respeto a sus padres y llegar a ser desconfiados de la autoridad de todos los adultos.  Los niños pueden llegar a estar de un humor variable, depresivos e incluso irritados e insolentes

Cómo establecer límites

      l. Ser claro y específico.
Los límites han de ser claros, específicos, sencillos y positivos. De esta manera se informa a los hijos lo que se espera de ellos y cuándo. Así por ejemplo, decir a tu hijo "después de comer, tira los restos de comida en el cubo de la basura, pon los platos sucios en el fregadero y quita el mantel", es pro-bable que sepa exactamente lo que se espera que haga. En cambio, decirle, limpia todo, es vago y no informa con tanta precisión.

2. Informar de las circunstancias en que se aplica cuando se establece un límite.   El niño debería conocer claramente el momento en que se aplica y sus circunstancias. Por ejemplo, "Nunca juegues en la calle"; o "No tenemos suficiente dinero, por lo que no hay helado hoy"; "No vayas a casa de Billy a la hora de la cena. Ellos están muy ocupados".

       3. Deben formularse de manera positiva.
Deben informar de lo que hay que hacer en lugar de lo que no hay que hacer. Así por ejemplo, decir "cuando te sientes pon la espalda recta, erguida", en lugar de "no te sientes así encorvado". Cuando un niño llega a estar irritado y actúa destructivamente, los padres tienen probabilidad de pensar primero en los limites negativos: por ejemplo, No me hables de ese modo!!; ¡No hagas daño a tu hermano!; ¡No tires las cosas!. Pero los niños también necesitan límites positivos para ayudarles a tratar con sus emociones. Al lado de los "no hagas..", un padre puede también decir, por ejemplo, "Cuando te enfades, dime cómo te sientes"; Esto muestra a un niño otro modo de manejar el enfado o irritación.

    4. Ser firme. Mostrarse amable pero firme es una buena manera de que nuestros hijos nos presten atención y sigan nuestras instrucciones: Sostenerle quieto por los hombros mientras le das las instrucciones,  mirarle directo a los ojos,  hablarle de una manera clara y con un tono de voz firme…
   Deja que su rostro parezca sereno mientras le hablas. Insistir en ser atendido y obedecido a una instrucción razonable.
  
  5. Ser consistente. Los límites deben hacerse cumplir de manera consistente es decir, deben     cumplirse siempre que las circunstancias sean las mismas. No obstante, si éstas cambian, los límites deberían ser revisados. Si los límites se aplican de manera inconsistente puede generar confusión en los niños. Así por ejemplo, si un día se le prohíbe a un niño que utilice la navaja, al otro día se le permite hacerlo y otro día se le castiga por utilizarla, el niño nunca sabrá lo que realmente se espera de él.

     6. Incorpora a los niños en el establecimiento de límites.
De esta manera se tiene más probabilidad de ganar su cooperación en el  seguimiento de normas al mismo tiempo que se les provee de experiencia y práctica en la toma de decisiones Así, y hablando con ellos acerca de los problemas y la importancia de los límites y normas como gulas del propio comportamiento, se facilita el desarrollo del autocontrol y la autodirección.

Si los límites son ignorados

      1. Un retiro de atención razonable
No te des por enterado de las palabrotas, comentarios groseros y protestas · Ignora, siempre que sea posible, las rabietas, gritos, chillidos, y salte o márchate y deja a tu hijo sin una audiencia. Sigue con tus propios asuntos, por ejemplo, saca la aspiradora de tal modo que las rabietas del niño no puedan ser oídas. · Si realmente es importante que te obedezca, muéstrale a tu hijo lo que tu quieres decir con lo que dices; colócate firme sobre él y repite la instrucción con firmeza y alzando la voz (no chillando), y también con mirada penetrante.

     2. Dar instrucciones y órdenes
Dar órdenes breves y certeras
Dar una orden por tiempo
Usa órdenes que claramente especifiquen la conducta deseada
Se realista en tus expectativas y usa ordenes apropiadas a la edad
No use órdenes de "parar"; usa órdenes de "hacer"
Usa las órdenes de manera cortés
No des órdenes innecesarias · No atemorices a los niños
Usa órdenes "cuando-después" ("Cuando hayas ordenado, después puedes irte a jugar")
Da a los niños opciones siempre que sea posible
Da a los niños amplia oportunidad para cumplir
Elogia el acuerdo o seguimiento o provee de consecuencias por el no seguimiento
Da advertencias y recuerdos útiles
Apoya las órdenes de tu pareja
Haz un balance entre el control parental y el del niño
Alumno a la solución de problemas con tu hijo.

    3. Examina tus límites. Pregúntate lo siguiente
   ¿Son verdaderamente importantes?
   ¿Son razonables y justos?
   ¿Están suficientemente claras para que el niño las comprenda?
  ¿Informan al niño de lo que hay que hacer así   como    de lo que no hay que   hacer?
  ¿Los aplicas y haces cumplir de una manera consistente?
  ¿Animas a tus hijos a establecer sus propios límites?

 

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